Esperé que las luces del día
fueran devoradas por la noche.
Cepillé mi larga cabellera
retrasando el momento,
un camisón blanco nieve
descalza sintiendo el palpitar
de mi adorada tierra.
Abrí el cofre de mis recuerdos,
saqué un espejo, reflejo mi mirada,
un anillo de cuando tenía papá,
hilos blancos que guardé de un botón
que arrancó mi primer amor,
un crucifijo de plata
de la primera comunión
un trozo de papel, amarillo
decía: " Te amo, te espero"
un prendedor celeste
de cuando cumplí quince años.
El primer lápiz labial.
Acaricié mis tesoros
con ternura desbordada
mañana me caso
dejaré esta mi casa
la niñez, la adolescencia,
mi querido cofre de nácar,
iniciaré una nueva vida
sin mochilas, con alas.

 

Envíale ésta página a alguien especial
pulsá en el sobre