Avalancha,
derrumbe, no puedo detenerlos.
Alud de agua salada que brota de mis ojos
no pueden mis manos detener el aluvión.
Mis
pensamientos provocan otra invasión,
esta vez es de nieve que congela el día,
escarcha el tiempo, lo ataja, lo eterniza.
Un
suspiro se fuga, enciende el fuego,
la sangre corre veloz por las arterias
arrasando la piel que encuentra a su paso.
La
pasión se ahoga en su propia flama,
el alud de lagrimas es insuficiente,
muere el reloj de la vida en esta soledad.
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