Había
una vez, en un viejo castillo
dos almas profundamente enamoradas
reencarnadas en esta época en el altillo.
Hubo
un error en sus nuevas vidas
y solo revivieron sus espíritus,
naufragaba la piel a la deriva.
Ellos
se amaban una y otra vez,
se envolvían, acariciaban, besaban,
pero no podían sentir la tez.
Deambulaban
por las amplias salas
levitando sus nuevas vidas,
volando sin colores, sin alas.
Buscaban
en los amplios espejos
sus imágenes de espectros,
vacío les devolvía en sus reflejos.
Surgió
un hada de la nada
como en todo buen cuento,
con magia la piel implanto.
Los
amantes felices y turbados
tan inmensa era su felicidad,
se amaron sin fin, enamorados.
|