Persistentemente
ese niño que ocultamos
tras
las capas de los años, pugna por salir,
cuando
lo logra ¡que debilitados quedamos!
con
todas las inseguridades al desnudo
frágiles,
débiles, fragmentados.
Apresurados
tomamos trozos de experiencia,
memorias
esparcidas, sin orden en el tiempo,
y
tratamos de cubrirnos, como podemos,
no
siempre lo logramos a tiempo,
de
manera que alguien no se percate
en
esa milésima de segundo,
en
que la verdad, es la esencia pura,
de
nuestro intrincado ser.
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