Como aquel que'n soñar gusto recive,
su gusto procediendo de locura,
así el imaginar, con su figura,
vanamente su gozo en mí concive.

Otro bien, en mí, triste, no se scrive,
si no es aquel que mi pensar procura:
de cuanto ha sido hecho en mi ventura,
lo solo imaginado es lo que bive.

Teme mi coraçón d'ir adelante,
viendo'star su dolor puesto en celada,
y así rebuelve atrás en un instante

a contemplar su gloria ya pasada.
¡O sombra de remedio inconstante!:
ser en mí lo mejor lo que no es nada.



Juan Boscán nació en Barcelona en 1493 y murió, también en Barcelona, en 1542. Provino de familia noble. Sirvió en la corte del Emperador Carlos V y también al duque de Alba. Casó con dona Ana Girón Rebolledo, dama muy culta en su época. Viajó a Italia, representando al gobierno español. Allí tuvo la oportunidad y suerte de encontrar a Gracilaso de la Vega con quien entabló una gran amistad que duraría hasta la muerte.

Boscán, que había cultivado con anterioridad y gran ingenio la lírica cortesana tradicional, introdujo los metros italianos en la poesía castellana. Su gran amigo, el embajador veneciano y humanista Andrés Navagiero, le animó a que ensayara los versos de corte italiano, en particular el soneto. Él y su amigo Gracilaso, habiendo estado los dos en Italia, transformaron completamente la poesía castellana, dejando atrás de algún modo la poesía trovadoresca.

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