Cuando las soledades metálicas de las ruedas hicieron 
vibrar tu cabeza rasgada por estrellas 
-rápido, señorial, antiguo, 
inmutable, prisionero por las islas de arena-, 
reposaste fluyendo, en la noche, en la muerte.

Cuando la punta yerta de la flecha se hundió en tierra, 
y el cuerpo sigiloso del conquistador, vencido, cayó en tierra 
haciéndose igualmente hueso: tú entrabas en el mar, 
te detenías huyendo, en la noche, en la muerte.

Cuando todo sea olvidado (porque todo será olvidado); 
cuando no recordemos quiénes fuimos bajo ese árbol que ha de ser
una mesa,
y cuando la mesa se transforme en el fuego,
y cuando todo se restituya en ti -¡oh madre tierra!-, en tu terrón
amargo: 
tú fluirás cantando, seguramente cantando 
en la noche, en la muerte.



Miguel Arteche Salinas - Premio Nacional de Literatura 1996

Nace en Nueva Imperial (Cautín - Chile) el 4 de junio de 1926. Realiza sus estudios secundarios en el Liceo de Los Ángeles y en Instituto Nacional de Santiago. Cursa derecho en la Universidad de Chile (1945-1946), carrera que no finaliza, y literatura española en la Universidad de Madrid desde 1951 hasta 1953.

Su vida y su labor literaria pueden ser catalogadas como muy intensas: veintitrés libros de poesía, cuatro novelas, dos libros de cuentos, una gran cantidad de ensayos, antologías, traducciones, viajes, premios, cargos académicos y diplomáticos, etc. Igualmente, es indispensable señalar también que debe considerársele como un generoso formador de las nuevas promociones literarias chilenas.

1964 será el año que marque su comienzo en la publicación de obras como narrador (un aspecto poco explorado por los exégetas artecheanos y que merece una revisión acabada). La otra orilla será una novela que también recibirá una calurosa acogida por la crítica y a la que sucederán otras igual de importantes en la producción de Miguel Arteche (El Cristo hueco de 1969, La disparatada vida de Félix Palissa de 1971, finalista en el "Premio Biblioteca Breve" de la prestigiosa editorial española Seix Barral y El alfil negro de 1992), como también diversos volúmenes de cuentos. 

En 1965, bajo el gobierno del Presidente Eduardo Frei Montalva, el poeta es nombrado Agregado Cultural en la Embajada de Chile en Madrid, oportunidad en que intensificará sus lazos con la mejor poesía peninsular y con los complejos problemas que, bajo el régimen dictatorial de Francisco Franco, aquejaban a España. Su residencia en Madrid se prolongará hasta el año 1970 siendo incrementadas notablemente sus actividades literarias y culturales con innumerables conferencias y lecturas en distintas ciudades españolas, como también con la publicación de dos importantes volúmenes de poesía: la antología Resta poética (1966) y la colección de poemas religiosos Para un tiempo breve (1970). Finalizada su misión en España, Arteche es nombrado agregado cultural en Honduras donde permanece hasta 1971, complementando su actividad diplomática con la académica como profesor visitante de la Universidad de Honduras.

Otra vez en Chile, sus actividades se vuelcan hacia los medios de comunicación escritos, ejerciendo diversos cargos en importantes revistas nacionales como "Ercilla", "Qué Pasa", "Mampato", "Hoy" y otras. Su regreso al país es celebrado por Editorial Universitaria que publica (con prólogo y selección de Hugo Montes) su Antología de veinte años (1972), interesante recopilación que reúne lo mejor de su producción poética editada más un número considerable de poemas inéditos.

Los acontecimientos históricos de Chile no serán ajenos al poeta, quien desde diversas tribunas se alzará como una notable voz disidente al régimen de Pinochet. Tal vez debido a esto, sus libros dejaron de editarse con la frecuencia acostumbrada y su obra es marginada de cualquier mención oficial. Arteche ejercerá una irónica crítica a los problemas de la sociedad chilena e integrará toda clase de proyectos y agrupaciones que posibilitarán el regreso de la democracia al país. Es también en estos años cuando funda diversos talleres de poesía que consiguen forjar un segmento de libertad para el intercambio y difusión de obras literarias y de ideas (Taller "Altazor" de la Biblioteca Nacional y "Taller Nueve de Poesía", tal vez los primeros espacios de libre circulación en el Chile de esa época).

En lo que respecta a su creación poética, narrativa y ensayística, Arteche continúa su trabajo incansablemente, sólo que casi en una suerte de ostracismo (voluntario e involuntario). Aún así, aparecerán algunos volúmenes de prosa y verso, entre ellos, el libro de poemas Noches (31), la ya mencionada novela La disparatada vida de Félix Palissa (1975) y el conjunto de cuentos Mapas del otro mundo (1977).
El 5 de diciembre de 1980, en el Teatro de la Universidad Católica de Chile, en Santiago, se estrena, con música del compositor Wilfried Junge la Cantata del Pan y la Sangre, texto estremecedor que representa un momento importante de la poesía religiosa artecheana.
En 1986, el bellísimo libro Llaves para la poesía (texto elaborado para los niños como una forma de aproximación al género lírico a través de las obras de Gabriela Mistral y Pablo Neruda), recibe un importante reconocimiento del IBBY (International Board on Books for Young People), al incluirlo en su lista de honor entre 35 libros seleccionados de todo el mundo.

Con el regreso al país de la democracia, Miguel Arteche puede reeditar sus libros ya agotados y, lentamente, empieza a publicar sus más recientes obras.
1996 será el año en que el poeta reciba el Premio Nacional de Literatura, distinción que, según la mayoría de la comunidad intelectual, merece ya desde hace años. Un día antes de la importante noticia, Arteche presenta su más reciente poemario, Poemas para nietos y también recoge en una nueva selección de poemas su Antología cuarta. Entre las diversas razones argumentadas por el jurado para premiar al poeta, se señala: "La continuidad y el rigor estético yético con que se ha dedicado a la elaboración de su obra y a la formación de nuevos autores (...)" (40). Un galardón que parecía ser esquivo a Arteche, pero que finalmente vino con justicia a premiar una de las obras más profundas de la mejor parte de la poesía chilena escrita en el siglo veinte.

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