¡Oh qué soberanas lumbres
dispensan cándidos rayos,
y entre soñolientas luces
el sol sale pestañeando!

El sol de justicia viene,
y del Oriente los lazos
desata la claridad
que en botón tuvo el ocaso.

Crédito es la Providencia
que el rosicler desmayado
temió no gozar el día
desconfió del sol los pasos.

Esta fiesta lo publica,
y a su común desagravio
fundará la Providencia
religión en Cayetano.

¡Oh qué noblemente espera
el influjo soberano
sin zozobrar que le pase
su fecundidad por alto!

Toma el ejemplo en las aves,
que ramilletes del campo
a flor y pluma vinculan
el alimento del canto.

Sus censos son la piedad,
la limosna el mayorazgo
fundado en el no pedir,
que es un vínculo apretado.

La viña del Evangelio
a sus hijos ha dejado:
manda que cojan buen fruto
y son las cepas carrascos.

Vivid, hijos del cristal
de roca más soberano,
a cuyo espejo las luces
reflejos dan por milagros.

Que aunque mis coplas lo empañen
con el aliento bastardo,
en los lejos de sus sombras
habrán visto su retrato.

Sabia pastora, decid:
¿Cuándo las penas que siente
supo tan discretamente
templarlas Valladolid?

No me juzgues por tan lerda
que crea que es la poeta
que habla tan como discreta
y siente tan como cuerda.

Agravios harto diversos
de los de la Corte son
los que con la indignación
os hacen componer versos.

Que como anda en esta casa
quien gasta tan buen humor,
que en poético furor
se tuesta, si no se abrasa,

por las poetas crespinas
os le dan las nueve hermanas,
bien que con ellas humanas
y con vos más que divinas.

Andad entre las poetas,
a lo menos con los dos,
aunque se diga por vos
Saúl entre los profetas.

Que seso en quien tanto cabe
no es posible que no pegue
a cualquier que se le llegue
cordura y estilo grave.

Cuanto a mí (pues ya he juzgado
sin aplicación escura
que es Valladolid figura
y algo más lo figurado)

digo que con vos, severo,
las penas de esta tardanza,
en virtud de la esperanza
de otro tiempo venidero.

Súfrase quien penas tiene,
pero si no enmienda el cielo
a la causa, no es consuelo
que siempre tras tiempo viene.

Pues las coplas crispinales
las tocas os han quitado,
y con zurrón y cayado
os sacan a los jarales,

bien puedo yo desde agora
con vuestra buena licencia,
pues no es contra mi conciencia,
trataros como a pastora.



Aragonés. Nacido en Barbastro en 1562 y fallecido en 1631. Estudió en varios lugares de Aragón, como Huesca, Zaragoza, pasando después a Salamanca. Siendo aún joven, se ordenó de sacerdote. Muy pronto lo hicieron capellán del duque de Villahermosa. Siguió de capellán a la Emperatriz María de Austria, en Madrid. Pasó algún tiempo en Nápoles con su hermano Lupercio y el conde de Lemos. Volvió a Aragón en donde lo hicieron canónigo en la diócesis de Zaragoza.

Aquí participó activamente en tertulias de literatos. Estando en Madrid hizo amistad con Lupe de Vega y Miguel de Cervantes, entre otros literatos de su tiempo. En general puede decirse que su poesía se caracteriza por algo de frialdad y cerebral. La inteligencia se sobrepone al sentimentalismo y la idea a la fantasía. Quizás por esto mismo, sus poesías se distinguen de las de sus contemporáneos por una forma correctísima y mesurada. En cuanto al tema, casi toda ella es de carácter filosófico-moral.

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