De una dicha de 35 carnavales que está
por casarse que no ve.
A la juventud universal, porque en
todas partes se cuecen habas.

Caramba! quiero casarme,
Aunque mi mamá lo sienta;
Porque paso de los treinta
Y yo no quiero quedarme;
Yo estoy ya por colocarme
Pero de cualquier manera,
Sin andar con más espera
Ni más vuelta al pensamiento;
Yo estoy ya por casamiento
Y me caso con cualquiera.

Cansada estoy de esperar
Y me moriré de vieja,
Esperando esta pareja
Con quien me quieren casar,
Que del cielo ha de bajar;
Blanco, noble y millonario,
De un talento extraordinario,
Buen mozo, muy elegante
Que toque el piano, y que cante
Más bonito que un canario.

Mi mamá culpa ha tenido
Que llegara yo a esta edad,
Sin esa felicidad
De tener un buen marido;
Porque a ella le ha cogido
Con que debo ser casada,
Con ministro o embajada,
De Alemania o Inglaterra;
Cuando aquí en nuestra tierra
No valemos cuasi nada.

Envidia me causa ver
Miles mujeres casadas,
Que están muy bien colocadas
Por no ponerse a escoger;
Pues el mucho pretender
Y ese orgullo mal fundado,
No da ningún resultado;
Pero ni luce ni cabe,
Donde todo el mundo sabe
Del pie que uno ha cojeado.

Mi mamá siempre se pone
Con miles de sacaliñas,
Cuando de cacas y tiñas
Este mundo se compone;
El que a eso se dispone
Se olvida de ciertas cosas,
Que no son ni tan honrosas
Para que anden repingando
Y narices aventando
Como las vacas rabiosas.

Y mi mama en otra era
Nunca frecuentó un salón
Que mereciera atención
Y ni mirarlo siquiera;
Pero hoy que en la primera
De verse tanto se alegra
Le sopla su bola negra
A tantos jóvenes buenos,
Porque dízque tiene a menos
De que la tengan por suegra.

Yo me muero por bailar
Y mi mama no me deja,
Por no haber noble pareja
Con quien pueda yo danzar.
La Juventud del lugar
No puede ser más decente,
Más culta y más complaciente,
Y a mi mama le ha cogido,
Con que el mundo está perdido
Y en los bailes comen gente.

No quiere que tenga amores,
Ni quiere que al Parque vaya,
Porque no falta canalla
Entre los visitadores.
Ni por los alrededores
De casa pisa varón
Porque dizque todos son
Unas aves de rapiñas,
Que se llevan a las niñas
Como a paloma un gorrión.

Así es, que quiero casarme
Con el hombre que me cuadre,
Y no con el que mi madre
Por esposo quiera darme.
Pues yo no quiero quedarme
Como otras que están penando,
Que por estar esperando
Casarse con un Sultán,
Vistiendo santos están
Y en las iglesias cantando.

Para tanta esclavitud,
Seguro que me coloco,
Así sea con Ñico el loco,
Si no anda con prontitud
La piadosa juventud,
Pues cualquiera se condena
Viviendo con tanta pena
Y así tan mortificada,
Como una monja encerrada
Sin saber de cosa buena.

La probe! Ojalá encuentre un viejo
bobo que la saque de pena,
 así sea como el decímero.



Nació en Moca en 1833 y se crió en la ciudad de Santiago. Poeta popular dominicano, emanado del Cibao, región donde el alma nacional conserva sus caracteres autóctonos y el habla del pueblo no ha perdido el sabor añejo del claro y sonoro idioma español en su modalidad andaluza. Las manifestaciones espontáneas de la vida criolla, reflejo de virtudes, vicios, inclinaciones pasionales, tristezas y alegrías, se tamizaban por su alma, y brotaban en la simple rima de la décima, forma poética con que de preferencia expresaba sus sentimientos el tipo salido del seno anónimo del pueblo. Con la vena en un incesante manar, el lenguaje rimado era la expresión natural de su espíritu jocundo, curioso, ligero, decidor y optimista, tocado siempre del amor y entusiasmo por las cosas nativas.

Sus décimas satisficieron una necesidad del espíritu colectivo. Eran solicitadas por el pueblo, que las compraba no bien estaban en circulación.

En general, las décimas reflejaban una de las tonalidades del ser social, no salido del primitivo y elemental existir aldeano, exento de elevadas aspiraciones y diariamente ocupado en formar con el copioso excedente de sus energías los suaves canales por donde deslizar el tiempo. Consideradas desde el punto de vista de los motivos que las inspiraban, se pueden sacar de ellas cuadros de costumbres nacionales, de esas que desterradas ya de los centros urbanos, perduran en las aldeas aisladas del progreso. Se puede, además, formar un catálogo de palabras y frases populares, cifrada expresión de maneras en el vivir y estados de pensamiento. Hasta ahora se ha publicado un volumen de las décimas pero hay material para más. La edición es del año 1927 y tiene prólogo de José Ramón López. Alix fallece en1918.

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