Cercada está mi alma de contrarios;
la fuerza, flaca; el castellano, loco;
el presidio, infiel, bisoño y poco,
ningunos los pertrechos necesarios.

Los socorros que espero, voluntarios,
porque ni los merezco ni provoco;
tan desvalido, que aun a Dios no invoco
porque mis consejeros andan varios.

Los combates, continuos, y la ofensa;
los enemigos, de ánimo indomable;
rota por todas partes la muralla.

Nadie quiere acudir a la defensa...
¿qué hará el castellano miserable
que en tanto estrecho y confusión se halla?



Baltasar de Alcázar (o del Alcázar) nació en Sevilla en 1530, de una familia numerosa y acomodada de conversos: fue el sexto hijo del jurado Luis de Alcázar. Su madre fue madre doña Leonor de León Garabito. Parece ser que estudió humanidades en León, aunque otros dicen que en Sevilla. 

Militó en las galeras del famoso Marqués de Santa Cruz y de Álvaro de Bazán y, luego, al servicio de Fernando Enríquez de Ribera, duque de Alcalá. Fue alcalde de la villa de Los Molares y contable de los condes de Gelves. Como a otros, estas actividades militares y cívicas no fueron obstáculo para escribir la literatura y consagrarse a otras artes. 

Era de carácter alegre y jovial. Estoico por naturaleza y siempre haciendo frente a cualquier adversidad, como a su larga enfermedad de la gota. Humilde. Nunca buscó la fama. La poesía era para él un deleite y una recreación. 

Baltasar de Alcázar murió en Ronda, en 1606.

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