¡Madre!, clama en voz queda mi ferviente mensaje;
¡madre, mi madre, acude porque te necesito!
La voz, primero tierna, va haciéndose salvaje:
si al comenzar fue ruego, termina siendo grito.

Todo ansias de amor el son de mi lenguaje,
salvando las alturas en pos del infinito,
desesperante, alcanza, tras impetuoso viaje,
acento de mandato para aquel ser bendito.

Sólo que a su momento la voz se pierde en eco;
el sonido se expande con angustia de ausencia,
y recuerdo, de pronto, el ¡mamá! del muñeco.

Yo también lo repito, como él lo repetía,
y me siento el muñeco de trágica presencia
ya que nadie responde, mi dulce madre mía.



Marilina Rébora (1919-1999) nació y murió en Buenos Aires. Estudió dibujo y pintura junto a Ernesto Riccio, Vicente Puig, Susana Aguirre y Horacio Butler. Expuso sus obras en diversos salones y se halla representada en dos museos provinciales. Paralelamente desarrolló su carrera literaria. Sus primeros poemas datan de 1936, 1937 -algunos en idioma francés como Les étoiles que j’aime, Madame la lune y Mon petit rêve- y 1938. Colaboró en el diario “La Prensa” de Buenos Aires, donde fueron publicados varios de sus poemas. Su primer libro Los días de los días (1969) tuvo gran acogida y elogiosos comentarios por parte de críticos y gente de letras. A él siguieron Libro de estampas (1972), El Río Azul (1975), Tiempos de la vida (1975), Las confidencias (1978), Animalerías (1980), El Lagarto estaba harto (1986) y No me llames poeta (2001)

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