Para el amor no hay cielo, amor, sólo este día;
Este cabello triste que se cae
cuando te estás peinando ante el espejo.
Esos túneles largos
que se atraviesan con jadeo y asfixia;
Las paredes sin ojos,
el hueco que resuena
de alguna voz oculta y sin sentido.

Para el amor no hay tregua, amor. La noche
se vuelve, de pronto, respirable.
Y cuando un astro rompe sus cadenas
y lo ves zigzaguear, loco, y perderse,
no por ello la ley suelta sus garfios.
El encuentro es a oscuras. En el beso se mezcla
el sabor de las lágrimas.
Y en el abrazo ciñes
el recuerdo de aquella orfandad, de aquella muerte.



Rosario Castellanos fue poeta mexicana nacida en el Distrito Federal en 1925.
Su infancia transcurrió en Chiapas y luego estudió Filosofía y Letras obteniendo una maestría en la UNAM.
Practicó con gran éxito todos los géneros literarios, destacándose especialmente en su obra poética que la ha convertido en una de las más altas representantes de México en el último siglo.
Obtuvo importantes reconocimientos entre los que se destacan, Premio Xavier Villaurrutia 1961, Sor Juana Inés de la Cruz y Premio Carlos Trouyet.
Toda su obra está recopilada en el libro «Poesía no eres tú».
Falleció en Tel Aviv en 1974, cuando ocupaba el cargo de embajadora de su país ante el gobierno de Israel.

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