Estoy sencilla como la claridad...
Nada me dice tanto como tu nombre
repetido de montaña a montaña
por un eco sin tiempo que comienza en mi amor
y rueda hasta el infinito...

¡Tú...!
Casi paloma erguida
sobre un mundo de alas
que has creado en mi espíritu.

Tú lo dominas todo para mi claridad.
Y soy simple destello en albas fijas
amándote...

Ningún viento agitado seduce mi reposo
de ternuras naciendo y apretándose
entre tu mano
y mi sollozo.

Una afluencia de ríos por nacer, y golondrinas mudas,
se estrecha contra mí
allí donde tu alma me dice al corazón
la palabra más leve.

Mis pies van despegados de rastros amarillos
y escalan techos infatigados de mariposas
donde el sol, sin saberlo, se ha visto una mañana,
deslumbrante...

Para amarte
me he desgarrado el mundo de los hombros,
y he quedado desierta en mar y estrella,
sencilla
como la claridad.

Aquí no hay geografía para manos ni espíritu.
Estoy sobre el silencio y en el silencio mismo
de una transmutación
donde nada es orilla...



Julia Constancia Burgos García, nació en Carolina, Puerto Rico, en 1914. Se inició en la poesía desde muy temprana edad mientras ejercía como maestra y luego como periodista. En sus primeras publicaciones se refleja la influencia de otros poetas como Alfonsina Storni, Clara Lair y Luis Lloréns Torres. A esta etapa pertenece su obra «Veinte surcos».
Posteriormente vuelca toda su sensibilidad artística en un canto sensual al amor y a la naturaleza, mostrando ciertos rasgos semejantes a Vicente Huidobro y Rafael Alberti. De esta etapa se destacan «Canción de la verdad sencilla» y «El mar y tú».
Está considerada como una de las grandes poetas de su patria.
Vivió sus últimos años auto-desterrada en Cuba y Nueva York, donde falleció en 1953.

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