No llores si me amabas.
!Si conocieras el don de Dios
y lo que es el cielo!
!Si pudieras oír el cántico
de los ángeles y verme entre ellos!
Si pudieras ver con tus ojos
los horizontes, los campos eternos
y los nuevos senderos que atravieso!
!Si pudieras por un instante
contemplar como yo la belleza
ante la cual los astros palidecen!
Créeme:
Cuando la muerte venga a romper
tus ligaduras-como ha rota las mías-
y ,cuando un día que Dios ha fijado
y conoce, tu alma venga a este cielo
en que te he precedido, ese día
volverás a ver a aquel que te amó
con todas las ternuras purificadas.
Volverás a verme, pero transfigurado,
avanzando contigo por los senderos
nuevos de la luz y de la vida,
bebiendo a los pies de Dios un néctar
del cual nadie se saciará jamás.
Por eso, no llores si me amabas.

San Agustín nació en Tagaste (África) en el año 354; después de una juventud desviada doctrinal y moralmente, se convirtió, estando en Milán, y el año 387 fue bautizado por el obispo San Ambrosio. Vuelto a su patria, llevó una vida dedicada al ascetismo, y fue elegido obispo de Hipona. Durante treinta y cuatro años, en que ejerció este ministerio, fue un modelo para su grey, a la que dio una sólida formación por medio de sus sermones y de sus numerosos escritos, con los que contribuyó en gran manera a una mayor profundización de la fe cristiana contra los errores doctrinales de su tiempo. Está entre los Padres mas influyentes del Occidente y sus escritos son de gran actualidad. Murió el año 430.

 
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