Un beso siempre es un beso,
no existe soledad si por lo menos se recuerda,
el frío se hace tibio si lo siento acercarse,
la tristeza y la melancolía se vulneran si empiezo a besarte.


Un beso será siempre un beso,
existe en él magia – ocurre lo fantástico,
se cierran con celeridad los ojos,
la sangre se atropella en las venas,
los pensamientos se detienen,
las manos se convierten en mariposas
y se posan en todas las partes de tu cuerpo
y todos los músculos hacen competencia.


Un beso será hoy y siempre un beso,
no tiene tiempo, los relojes se detienen,
su espacio lo cubren la ternura y la pasión,
su dimensión se proyecta hacia lo infinito
y parece empezar, cuando aún no se decide a terminarlo.


Un beso será para todos los tiempos y momentos un beso
siempre… que sean los besos tuyos.
 
¡Qué mujer señora¡ ¡Qué mujer!
Es de las que abjura del cielo
y profesa todas los cultos:
sabe dar bofetadas de ira
y la más tierna y sublime caricia.

¡Qué mujer amigo! ¡Qué mujer¡
Ella quema en incienso sus pensamientos
y toma por asalto mi mente y mis deseos:
se suma a las cruzadas de los sentimientos
y le hace la guerra a la soledad y a la monotonía.

¡Qué mujer señor¡ ¡Qué mujer¡
Siempre que mira al pasado
logra saber lo mucho que le queda en el futuro;
no derrocha el tiempo dividiéndose en partes,
ella es entera o no la es.

¡Qué mujer hermano¡ ¡Qué mujer¡
No se enamora por gusto,
se entrega por su gusto;
no rehuye a la envidia,
la enfrenta con pasión y la convierte en admiración.

¡Qué mujer señora¡ ¡Qué mujer!

No me la deje perder. 
 
Madre, hace tiempo que mis jazmines y rosas se marchitan en el bolsillo, el que está en lado del corazón. Hoy, cuando puse en tus manos las mejores rosas que traía el florero, me di cuenta que tu amor es como la libertad, no es nada si no se vive con frenesí, entusiasmo y exaltación, si no se pone en un acto de fe.

En estos días, desanimado o impasible y a ratos distraído, me muestro ante ti madre, imagen tantas veces rediviva, como un ente que sigue bañado de tu luz y de tus aromas.

Te desbordas a ti misma y me llenas con tu presencia, tu corazón 
limpio y entero estremece conciencias y conmueve afectos, eres como la mayor de las profecías, eres el mejor de los sueños, eres mi escudo y mi espada.

Madre, siempre rodarás por mis mejillas como lágrima o como lluvia. El recuerdo de tus palabras iluminan ese mundo que a ratos se me oscurece. Aun tan lejos, tu capacidad para embelesarme todavía me asombra. ¡Cómo vives dentro de mi!

Nuestros oídos, madre, gustan de oír tus tonos de voz, a veces como campanas en arrebato, como violines que lloran, como truenos que liberan el cielo de tempestades.

Cuando me siento agobiado, cuando mi alma se trastoca en bestia, vienes a mi como aliento evangélico, como hálito, como poder sublime que todo lo que toca lo vuelve puro y lo llenas de devoción y ternura.

Madre, estés ahora a mi lado o no, tu reinas en todo, como un testimonio profundo, apasionado y veraz. Tu eres ese rostro querido que se extraña. Tus ojos, siempre como mares, infinitos como estrellas, no se alejan ni en el tiempo ni en la distancia; tu eternamente vienes en el reflejo de la luna, en los destellos del sol, en un susurro, en una oración, en una gota de rocío o en una bella canción de cuna. 

No es una despedida, es una oración para recordar tu imagen, imagen etérea y vital.

No nos dices que te pensemos, tú sabes que en nuestros oídos vamos a escuchar siempre el susurro de tus ideas que nos harán encender una seducción y poner en pie un rosario de promesas, augurios, lamentos y profecías, en esa imagen de una rebelde como tú, colmada de honores, capaz, capaz de todo, hasta de ordenarle al viento lo que ha de hacerse.

Todos, todos los que te queremos, y los que no también, te vamos a seguir admirando y anhelando. Todas las miradas te van a seguir y a perseguir, hasta quedarnos con esa imagen que no es posible olvidar, porque posee la violencia de una flecha y la suavidad de un niño.

Llegaremos a ti en un momento en que atraídos por todos tus colores y tus líneas agitadas y vivas, nos ayudarán a restituir la esperanza y la pasión por la fe.

Eres de la raza de las que luchan por la pureza de los sentimientos, vives por ellos y para ellos. Siempre estás atenta a seguir la curva de los deseos de los demás. No dejas que lo recargado, lo artificial, lo pesado, lo monótono te asfixie; le das a uno y a todos tu aire, tu idea, le impregnas tu imagen y lo vuelves joven, vivaz, brillante, natural, fresco y por encima de todo, tenaz y persistente.

Es entonces, cuando en ese espacio, en que te vas y vuelves, nos quedamos como seres iluminados, que no nos podemos mover, no te podemos tocar, porque estamos llenos de lágrimas y sentimientos por ti.

 

 

Primero hay que olvidarse de todo
y tomarla tal como es:
fuerte, fresca, dulce, tibia, tierna y con algo de picante, 
seguidamente hay que mojarla con una sonrisa
y salpicarla con miradas seductoras.

Mezclar el calor de los cuerpos 
y exprimir los deseos sobre la mente,
añadir gotas de placer (sin medidas),
batirlo todo al compás de un bolero,
no dejar que se refresque.

Los primeros sorbos tomarlos lentamente
e ir apurando el trago a medida que se saborea.

Nota: Si se desea repetir hay que doblar las dosis de cada ingrediente

 


 
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Ricardo Enrique Gallego Díaz, nació 7 de febrero de 1947, en Sancti Spiritus (provincia central de Cuba). Casado con Felicia Genciana Fernández Torres, Dra. en Pedagogía. Dos hijos: Ricardo Daniel (edad 34 años) e Irina (edad 33 años).

Profesor Auxiliar, Máster en Ciencias Pedagógica, Profesor Investigador de la Universidad Pedagógica "Cap. Silverio Blanco Núñez" de Sancti Spiritus. Licenciado en Educación, Especialidad Dibujo Técnico y Educación Laboral.
Dirige actualmente el Grupo Provincial de la Evaluación de la Calidad de la Educación en la provincia de Sancti Spiritus.

Tiene publicado un libro, junto con su hija (bibliotecaria), sobre José Martí (Héroe Nacional de Cuba), dedicado a los niños y adolescentes para acercarlos a su vida y obra mediante actividades de entretenimientos. 
Le gusta escribir poemas y ha participado en encuentros provinciales, nacionales e internacionales.

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