Empaña la ventana el calor reinante dentro de la casa,
la lluvia lenta se derrama sobre el día que se inicia.
Se confunden en el aire, los aromas del pasto y el café,
la ducha acerca y besa nuestras carnes.
Hoy, el sol no saluda nuestro desayuno entre las sabanas,
las aves han decretado un piquete a la mañana.
divisamos el mar que penetra con pasión desbordante,
los acuciantes deseos de la playa.
Mi cuerpo se sonroja, al ver en ti, tanta belleza acumulada,
te beso y brotan en tus pechos jazmines blancos.
Quisiera olvidar en tus brazos, tanto plazo fijo acumulado.
tanta justicia postergada, el hambre, la miseria,
las flores que he cortado por ser hombre.
Quisiera verter gota a gota la lluvia que divisamos sobre
el centro de tu ombligo, mas solo me esperan,
el portafolios, un saco, la corbata y
un paraguas.

Febo se esconde, tras los sordos muros
de una cárcel.
La luna asoma su blancura en los
basurales.
La inocencia se pierde en el amanecer
de una villa.
La pasión cotiza en bolsa y se extienden
hacia el mar las autopistas.
El alma queda entrampada, presa de su razón,
haciendo volar en círculos
las aves del corazón.
Guardan los ángeles malos, bajo las llaves del reino,
el regreso de los justos.
A pasitos del infierno, la guerra cobra su cuota.
Mientras,
en Corea los hombres retozan y prestan su adoración
al ritual de la pelota.
Podrá faltarnos el pan, mentirnos el amor, sacando
siempre provecho.
Ver con profunda alegría como florecen las flores;
de plástico.
Cada vez mas, día tras día.
A pesar de las prisiones del alma, del amor sin
cocheras ni estadías.
A contrapelo de los seres humanos siempre habrá
poesía.

En la mente de un anciano,
danzan de noche y de
día, cientos de demonios
tiernos.
Amables.
Benevolentes.
Del principio al fin, longevos.
Cruzaron miles de mares,
con sus velas, mirando de
atrás el viento.
El camino se hace
subida, la
tarde se les angosta,
harapientos los
años vienen cantando
melodías de guerra.
El amor ya los
fatiga, aunque
pueden razonar, lo que olvida la
pasión,
no lo llena el ...
sentimiento.
La noche se colma de
horas, el sol
engendra despacio el día.
La música esta cesando
concluye una
sinfonía.

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Alberto Martínez Gambino, poeta, vivió en Bahía Blanca, Provincia de Buenos Aires, no supo durante muchos años que tenía la poesía dentro de sí, Empresario, dominador de los números, pensó que ese era su fuerte, hasta que empezó a escribir y fueron brotando de su pluma poesías comprometidas, poesías del autentico "ser" argentino, con esa ironía que tan bien manejamos, burlándonos de nuestras propias falencias, riéndonos mientras escondemos los sufrimientos. Luchador nato, probando siempre sus límites, tratando de ser mejor persona cada día. La Nación publico la mayoría de sus poesías, y en el año 2004 publico su libro de poesías "Poesías + turbadas " en Editorial Argenta. Falleció el 20 de Agosto del 2009 y sus amigos poetas lamentan su ausencia.