Imagen gentileza de Raúl Villalba
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Cuando leí las últimas noticias, no podía creerlo: había gente que no sabía que los bichófalos observaban, que se mimetizaban con las plantas, con las letras, los muebles, el césped, el sol y que nada de lo que sucedía a su alrededor escapaba a su atención.

Cuanto más lo pensaba, más increíble me resultaba y volvía a leer una y otra vez esas letras que escondían ignorantes mentes de ilustres ciudadanos. Los bichófalos, con sus ojos cerrados, siempre cerrados, mirando el interior, estaban alertas las veinticuatro horas. Cada persona podía tener uno, dos, tres o mas bichófalos acechando; a mayor grado de conciencia, más de estos huéspedes habitando su vida aunque los bichófalos podían ser varios su esencia era una sola. 

Conozco personas que tienen bichófalos escudriñando sus sueños. Ellos dicen, que nadie sueña hacer lo que no harían despiertos, y si una noche soñando hieren o matan a un semejante, cuando despiertan una alarma inquietante los sacude todo el día. Este es el sonido de estas existencias que algunos ignorantes prefieren desconocer, y no se escucha con los oídos; es un sonido que hace vibrar el alma y replantearnos acciones. 

Yo siempre pensé que todos sabían de su existencia y ahora con estupor pienso ¿Cuántos habrá que se mueren sin escuchar su conciencia?

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