Fue tu voz en la noche
tus manos, tus besos,
que rompieron las horas
los limites, las distancias,
solo piel candente
entre sábanas blancas.
Huyó la luz, 
pero no sus destellos,
desapareció el mundo
pero no el universo.
Una corriente subterránea
al responder los besos
multiplicó en siete colores
el prisma de tu cuerpo.
Y así transformados
en luz y sonido
viajamos sin cesar
por los pasillos del tiempo.

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Imagen central de Octavio Ocampo