A
esta hora de la noche
en que llego radiante
arrebujarme en tus brazos,
hay una barrera de sombras
interrumpiendo mi alegría.
Ni
el castillo del amor
ni las blancas sabanas,
ni el crepitar del fuego
logran dominar el dolor,
de tus años de soledad.
Ser
sabio no es huir de los cánticos
de las enigmáticas sirenas,
dialogar con los pájaros,
o escuchar la voz del mar.
Sabio es quien interpreta el corazón
del amor que late a su mismo ritmo,
no obstante lo separen distancias.
Todavía
tengo para ti,
lo más puro de mi vida,
un amor sin confines,
ternuras nuevas cada día,
mis ojos que sollozan,
las manos vacías
cerrándose filosóficamente
en suspiros de resignación.
A
esta hora de la noche,
custodio las hogueras
de los altares encendidos,
aguardando el fuego de tu amor,
para entregarte la llama
de esta intensa pasión.
Todavía
tengo para ti,
lo mejor de mi existir.
No dejes que se pierda
en laberintos oscuros,
porque mi amor es de luz.
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