Deje la puerta de mi mente entreabierta,
y escaparon como centauros los pensamientos,
con un suspiro tenue espere que danzaran,
ya tenia experiencia con sus estratagemas.
Se acurruco mi corazón, deseando ignorarlos,
sabiendo de la imposibilidad de segregarlos....
y como siempre, primero aparecieron los colores,
azul de mar, azul de una vela iluminando el gris,
luego la música, penetrando en la piel,
navegando en la sangre sin timón,
un perfume dulce aturdiendo los sentidos,
y luego las lagrimas llenando los vacíos,
corriendo como la lluvia por una pendiente.
Apreté mis manos, cerré mis ojos,
sepulté el suspiro que se convertía en grito,
arríe las velas, solté el ancla,
junte el tiempo, cerrando todas las compuertas,
y en esa breve paz conseguida,
encerré con siete llaves el infinito ayer.


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