Soledad que golpeas las ramas de un añoso y olvidado árbol, 
su mirada refleja la desolación con que contempla el suelo. 
Sus hojas abrasadas por el sol y arrugadas por el frío,
ya no entonan melodías con el trinar de los pájaros. 
Esperanza, cual brisa que camina despacio,
desapareciendo en cada uno de sus cansados pasos.
En lo alto las estrellas, luciérnagas colgadas, cabalgan sobre graciosas figuras 
que en un destello de tristeza al lo, se visten de gris amargura. 
Y de sus ojos de párvula se desprenden versos dorados de lágrimas 
que al caer a la tierra seca florece en una alegre danza.
Y el árbol levanta, emocionado, su lejana mirada 
dándole gracias a las nubes oscuras, que dulcemente lo abrazan.




Deshojando frágiles margaritas,
en mi corazón una llaga habla.
En mi pañuelo una lágrima suspira,
tal vez ella espere todavía.

Se corona la luna,
viendo fallecer al sol.
Gracias al fulgor de estrellas la veo,
pues apagada se escucha su voz.

Vetustos ojos de un pequeño solitario niño,
acariciaron ayer un lozano sentimiento.
Atezado está ahora el cielo,
y solo una elegía escribe,
pues le robó su pluma dorada el miedo.

Serafín que en suelo feneces,
antes de emprender vuelo,
medroso se asoma el final,
sin poder el camino deleitar.

La muerte que duele hoy,
Permite el nacer mañana.
Que no sea herida ni quebranto,
de una semilla que en tierra desaparece,
un donoso rosal crece.

Me solté de un caudal cristalino,
Fatigada de asirme en una duda.
Choqué con muchas rocas punzantes,
pero la corriente me guió alboroza.
No encontré una gema dolosa,
Sino una centelleante esmeralda preciosa.

Caigo en el regazo de una nube,
tranquila, cansada, y oronda.
Ya las palabras se desahogaron,
el jardín en luto, verde ha quedado.

 

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Mariela Layús Martínez, nacida en 1984 en Santiago del Estero, Argentina. Actualmente estudia la carrera de Medicina, con deseos de continuar la especialidad de Psiquiatría, y se define como poetisa novel.
Sus gustos por la literatura afloraron de niña al verse obligada a escribir una poesía para un trabajo en su escuela, y desde allí usó los versos para expresar sentires internos, y aquellos externos que surgían de la observación.