Rostros enjutos surcos profundos,
como la tierra recién arada
fue tierna, virgen, fue calculada
como les seres, no somos nada

Fue tierna imagen, pura y serena
sin dolores sin grandes penas,
como los árboles llenos de flores,
cuando empieza la primavera.

Luego el tiempo fue carcomiendo
la fortaleza de sus cimientos
como si fueran, débiles plantas,
se azotan con leve viento.

Así transcurren los largos años
el rostro cambia, ya nada anima,
es como un árbol que está cansado
dobla sus ramas, y allí se inclina.




Vivió muchos años a la orilla del camino,
Era alto, erguido, orgulloso de su porte
También de su albedrío
Pasó inviernos, veranos y primaveras.
Con sus hojitas verdes, sin inmutarse siquiera
Durante los temporales, su ramas se estremecían
El nido de la lechuza, se mantuvo noche y día
En el tiempo de sus frutos, el árbol también sufría,
Los niños lo apedreaban, asiendo ruedas, reían.
Hoy lo han cortado, se ha aferrado a su suelo
Sus raíces no cedían, era su madre tierra lo que el quería
El hombre que lo hachaba, con triunfo sonrió
Mientras yo lloraba, por el árbol que cayó
Era mi compañero, en la tardes de silencio
En los días de silencio y tristezas,
cuando el frío era terrible
Y también en el verano, cuando todo es alegría,
Allí está a lo largo, con sus raíces al viento
Derramando lágrimas, por todos sus tormentos,
Aquí estoy yo, sufriendo y escribiendo un recuerdo,
Este árbol que cayó, se fue, y me dejó
Una nostalgia en el alma, por los años que vivo.



Hay un periodo hermoso
que se vive de ilusiones
se olvide la muerte
de todos los rencores.

Es la época del amor
que se puede llamar vida
siempre que no se pierda
en una llama encendida.


Chile - 1979

Maria Augusta Gutierrez Pino nació en San Javier el 7 de septiembre de 1914. Madre de 4 hijos, pasaba su tiempo en escribir pensamientos. Ahora tiene 91 años, actualmente vive en El Monte, Chile.

 

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