Un
día, cuando una gota de Rocío se condensaba,
entre las nubes del cielo, y jugaba a flotar entre
ellas, encontró un Cometa, de casualidad,
este, revoloteaba allí, sin el hilo que siempre
lo precedía.
Sin
proponérselo, se fueron conociendo.
Como
todas las cosas que suceden sin porque y sin un
fin, el conocimiento se fue incrementando, era la
sin razón, el romance del Rocío y
el Cometa de vacaciones.
El
Rocío tan volátil, tan abstracto,
apenas besaba la tierra subía sus brazos
al cielo, al Cometa, si bien le gustaba volar, su
lugar era la tierra , allí lo crearon, y
siempre se aseguraba que cuando volaba el hilo lo
tuviera bien amarrado a su mundo.
Fueron
tres meses de andar y desandar los caminos, a veces
cerca del cielo y otras a ras del suelo, en ese
tiempo la gota de Rocío que es húmeda
por naturaleza, debió apelar a los diques
naturales para no desintegrarse en pequeñas
gotitas y el cometa soberbio, fuerte por su conocimiento
del cielo y la tierra la fue necesitando.
Algunos
cataclismos los fueron uniendo y una promesa de
tiempo los fueron comprometiendo.
Mientras
el Cometa se permitía volar, el Rocío
le acercaba pequeñas poesías musicales
para atarlo a su cielo.
Y
un día cualquiera la diferencia de armonías
estallo entre ellos, y huyeron los colores, los
sueños azules, los tiempos sin días
,el cielo con estrellas, el verano caliente, las
distancias sometidas, el lugar donde se fundían,
y solo quedo la nada...
...
la nada flotando en el espacio sin limites. ¡Que
sensación el vacío! Tan lleno de oscuridad,
tan ausente de poesías.
La
gota de Rocío que su esencia es vapor vivió
y murió varias veces al día sin respetar
su ciclo natural, ¿Y el Cometa? ¿Quien
sabe que le paso al Cometa, tan frío, tan
distante, acostumbrado a manejar las brisas del
aire y el tiempo de la tierra?
Hoy
la gota de Rocío sigue flotando entre las
nubes, pero solo busca el cometa que se perdió
en la nada; Detrás de cada color, detrás
de cada luz, se detiene e interroga sin voz, sin
mirada.